scribía hace unos días sobre la primavera horribilis de Pedro Sánchez. Olvidaba que si José Luis Rodríguez Zapatero llevó aparejada parte de su gestión con el concepto baraka -"Tiene un gran factor a su favor: ¡tiene suerte! Eso que los árabes llaman baraka", dijo de él Felipe González- y Mariano Rajoy fue el maestro del dontacredismo político, Sánchez es sin duda el político resistente, el que dejó su escaño en el Congreso tras aquel comité federal socialista con aires shakespearianos que lo defenestró para volver, vencer al aparato de Ferraz en unas primarias, ganar por primera vez en democracia una moción de censura y alcanzar La Moncloa. Pues bien, tras la primavera horribilis, llegó la semana de gloria. Va Von der Leyen a Madrid a darle una palmadita en la espalda por su plan de recuperación y, de paso, 19.000 millones este año; menos de lo esperado, sí, pero ahí queda eso. El presidente de la CEOE declara que la Constitución permite que pueda haber indultos, lo que más que ayudar a Sánchez parece dar un golpe a Pablo Casado, que ya andaba padeciendo por la enésima vibrante salida de tono de Isabel Díaz Ayuso, tan venida arriba que se ha permitido poner a los pies de los caballos al rey. Y la guinda: Susana Díaz, su archienemiga, pierde las primarias del PSOE andaluz. No en vano, Sánchez es autor del Manual de resistencia.