no de los viejillos de nuestro amado templo del cortado mañanero ha presentado como voluntario a su nieto, aunque sospechamos que el imberbe todavía no sabe nada del negocio. La cuestión es que al muchacho, según el orgulloso abuelo, se le debe dar bien la cosa del dibujo. Así que si no ha recibido ya el encargo, lo hará en breve. En sus manos está diseñar la bandera del bar, que parece que en Vitoria se ha puesto de moda en los últimos años plantar mástiles por aquí y por allá, y en el local no quieren ser menos. Todo lo contrario. Es más, siguiendo aquello de ande o no ande, caballo grande, están recaudando fondos entre los parroquianos porque el estandarte en cuestión tiene que ser, aunque sea por milímetros, más grande que otros que ya ondean en la ciudad. Esto tiene mosca a nuestro querido escanciador de café y otras sustancias porque no tiene muy claro dónde desean los venerables colocar el símbolo, no sea que terminemos teniendo follón con los vecinos y, además, teniendo que pedir permiso de ocupación de vía pública, pago de cuota municipal incluido. Además, entre los viejillos hay voces que defienden que nosotros no somos de un solo bar, sino de todos, es decir, no somos bartriotas, sino cascarrabias de todas las barras del mundo. Vamos, que ya tenemos el follón montado.