uede que recuerden que cuando estalló la crisis de 2008 íbamos a refundar el capitalismo. La frase fue del nada sospechoso de comunista ni bolivariano Nicolas Sarkozy, pocos días después de la quiebra de Lehman Brothers. “La autorregulación para resolver todos los problemas se acabó: le laissez-faire c’est fini. Hay que refundar el capitalismo”, dijo, con aplauso más o menos entusiasta desde George W. Bush -aún en la Casa Blanca-, pasando por el FMI o sus colegas de la UE. Qué tiempos. O tempora, o mores. Y vuelvo a recordar aquellas palabras. A pesar de la crisis inédita desatada por la pandemia -más bien por ella-, las grandes tecnológicas -eso que los entendidos llaman los GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple) más Microsoft- incrementaron sus beneficios en el anterior ejercicio fiscal un 106% y sus ingresos subieron un 41%. Ahí es nada. No es que la pujanza tecnológica sea mala per se. A priori, la disponibilidad del comercio online, por ejemplo, no es mala. Pero lo es si supone arrasar el pequeño comercio o si significa una creciente precarización de los puestos de trabajo. Las herramientas que han popularizado esas grandes tecnológicas pueden ser extraordinarias, pero dejan de serlo si para ello se fundamentan en cuasimonopolios mundiales. Como dijo el tío Ben, un gran poder conlleva una gran responsabilidad.