o decía Buenafuente en su programa del martes: una señal de que esto de las vacunas contra el coronavirus debe de funcionar es que ya empiezan a conocerse casos de chanchulleo político en este espacio peninsular delimitado al norte con Francia y al oeste con Portugal. Teníamos noticia hace ya unos días de cierto goteo de alcaldes que, al parecer, en su afán por no desperdiciar ni una gota de antídoto decidieron que oiga usted, ya me sacrifico yo y me pongo la vacuna, no vamos a andar en líos ahora de ver quién es el siguiente en la lista establecida de prioridades y riesgos. Plan de vacunación... Parece que tenemos algún caso cercano que tampoco tenía muy claro lo del plan. Pero la pura fantasía llegó ayer, con esa rueda de prensa del consejero de Salud de Murcia, pidiendo perdón a quienes se hayan podido sentir “decepcionados” porque se haya vacunado, para luego defender su decisión y reafirmarse en el cargo porque, en un arrebato de responsabilidad algo tardío, “no es momento de huir”. Ese momento, sí, llegó unas horas después. Y luego están esos jefes de filas a los que, por supuesto, les parece fatal que procedan así los del partido de enfrente, pero los suyos, ya tal. Mientras, el ciudadano medio, cabreándose al pil pil en sus restricciones.