Bonita sesión de control al Gobierno ayer en el Congreso. Bueno, bonita o el día de la marmota, qué sé yo. Parecía que la política estatal abría una nueva etapa tras el divorcio en vivo, crudo y descarnado, que se marcó Pablo Casado respecto a Vox, pero el tono bronco ha vuelto… porque en realidad, seguramente, nunca se fue. Es curioso cómo un paso inédito como que EH Bildu anuncie su intención de apoyar el proyecto presupuestario del Gobierno español ha conseguido despertar discursos exactamente calcados a los que se escuchaban cuando la izquierda abertzale renegaba de la actividad institucional. “¿Se imagina usted a Biden pactando con los asesinos del 11-S? ¿O a Macron con los del Bataclan? Pues ustedes pactan con los de Hipercor”, espetó ayer Casado a Pedro Sánchez. “Ustedes practican la política del trumpismo: polarizar y volar todos los puentes (…) Tampoco aceptan la derrota, consideran ilegítimo a este Gobierno”, replicó Sánchez. Y así todo. “Un Pablo Iglesias fundó el PSOE hace más de 100 años y otro va a acabar ahora con él”, proclamó la popular Cuca Gamarra. Y el colofón, Pablo Iglesias reivindicando el camino del franquismo a la democracia de Manuel Fraga, cosas veredes: “Ahora están haciendo el camino inverso, pactando con un partido que reivindica los Gobiernos de Franco”.