ay a quien le gustan los focos, lo cual no es bueno ni malo, y hay a quien no, cuestión también irrelevante desde el punto de vista ético o estético. Sin embargo, si sales de forma reiterada en la tele por voluntad propia, por tu trabajo o por cualquier otra circunstancia, si te metes todas las noches en el salón de la gente, si los medios vemos una veta en tu persona, la situación acabará escapando a tu control. A Fernando Simón, que es el personaje de moda de la pandemia por razones obvias, le ha caído un marrón antológico, y aunque la verdad es que no se le ve sufrir demasiado y hasta provoca un poco al personal haciendo algún que otro bolo en las teles privadas, la sobreexposición a la que está siendo sometido le tiene que estar afectando de alguna manera, siquiera con algún ardor de estómago o irritación cutánea, pues el pelo ya lo tenía blanco antes de que llegara el coronavirus a nuestras vidas. Lo peor de todo es que, siendo como es la autoridad científica que nos da el parte diario de esta guerra contra un pedazo de ARN, con mayor o menor acierto, haya quien se lance al ataque personal o al puro y duro cotilleo en lugar de entrar al contenido de lo que dice para reafirmarlo o rebatirlo, pero bueno, también hay que entretener un poco a la gente.