ocío Jurado, chipionera universal y argamasa sentimental de uno de esos clanes que acostumbran a monopolizar varias franjas televisivas gracias al interés que despiertan sus vidas entre el personal más morboso, ya lo adelantó en 1982. En aquel año, su Como una ola pulverizó todos los registros elevando la canción, obra de Pablo Herrero y José Luis Armenteros, a lo más alto de las listas de éxitos. La letra relataba una desgarradora historia de amor con versos que ya forman parte de la historia musical, y que recordaban de forma sobresaliente lances que decían aquello de “como una ola tu amor llegó a mi vida, como una ola de fuego y de caricias, de espuma blanca y rumor de caracolas, como una ola”. Toda una oda a los sentimientos más viscerales, descrita con pocas palabras y con una poesía rompedora, muy adecuada para entender la forma de sentir de los autores. Salvando todas las distancias, que se antojan infinitas, y sin llegar a esos extremos de lucidez, creo que sería un lujo contar con alguien capaz de comunicar con semejante vehemencia lo necesario para que esta sociedad asumiese como propios conceptos que se antojan imprescindibles para superar los trances que, por, desgracia, nos ha tocado padecer. Sin embargo, me temo, que estos son otros tiempos.