esde luego, hay que pecar de optimismo para pensar en disfrutar del verano en Gasteiz y aledaños. La experiencia debería bastar para conocer al dedillo un clima que es capaz de aburrir al más pintado y que obliga, dadas sus características, a tirar de un fondo de armario vasto, funcional y preparado para cualquier contingencia. Sin ir más lejos, en el momento de escribir este pequeño alegato meteorológico, el que suscribe estas líneas estaba a un tris de licuarse gracias a unas temperaturas casi africanas y a una indumentaria que, en el mejor de los casos, tendría un pase en los meses más inestables de otoño pero que en Vitoria es la derivada perfecta de unos cuantos días en los que fue preciso gastar cazadora para moverse a según qué horas por la ciudad. En fin, creo que en estos casos la costumbre y la desconfianza son el mejor aliado para capear el temporal con el mayor grado de dignidad posible. Así, no es de extrañar que abunden en la región los estilismos ligados a mochilas, macutos, petates y similares, ya que se han convertido en imprescindibles para portar una pléyade de prendas y complementos que en otros lugares están de más en estos meses veraniegos. En fin, al que le toque disfrutar por estos lares, paciencia y filosofía, que al final el estío gasteiztarra son dos días (literal).