rece entrenadores en nueve años son, sin duda, demasiados. Desde que Josean Querejeta asumiera la propiedad del Alavés, allá por 2011, el banquillo albiazul se ha convertido en una trituradora de técnicos sin parangón. Luis de la Fuente, Juan Carlos Granero, Natxo González, Juan Carlos Mandiá, Alberto López, José Bordalás, Mauricio Pellegrino, Luis Zubeldía, Javi Cabello, Gianni de Biasi, Abelardo, Asier Garitano, Juan Ramón López Muñiz... Algunos de ellos han sido sustituidos porque no cumplían los objetivos o, sencillamente, porque su trabajo no acababa de agradar a los exigentes rectores del club. Otros, los menos, han preferido separar sus caminos del club vitoriano, bien en busca de mejores ofertas económicas, bien por temor a tener que dirigir proyectos demasiado precarios con objetivos demasiado ambiciosos. Tampoco me han parecido desacertados la mayoría de los cambios, la verdad, aunque en el debe alavesista hay algunos casos flagrantes como los de Bordalás -que no valía para Primera-, Pellegrino o Abelardo. La continuidad de alguno de ellos habría sido deseable para intentar estabilizar la trayectoria deportiva del club y superar la peligrosa tendencia a la resignación por parte de una afición que no acaba de sentirse partícipe de proyectos ganadores.