ndan los viejillos de nuestro querido templo del cortado mañanero con una retranca estos días que para qué con el tema de las elecciones de julio. Como ellos están a salvo de que les toque estar al otro lado de la mesa el 12 de julio por aquello de la edad, cada vez que entra uno de los supuestos jóvenes por la puerta, se quedan esperando para ver si alguno suelta algún improperio por haberle tocado de presidente o vocal. O peor, de suplente, que eso ya es el no va más. No, no es que se preocupen por nuestra salud. Lo que quieren es estar cachondeándose del susodicho de aquí a que llegue la bonita fiesta de la democracia. No son puñeteros ni nada. Alguno ya ha avisado, de hecho, que al que le toque, antes de volver a pisar el bar, le van a poner de cuarentena por aquello de curarse en salud... Y tocar un poco los huevillos. Así que ahí estamos todo el resto, rezando hasta lo que no sabemos para que en el sorteo del otro día no saliese nuestro nombre. No por nada, sino por no tener que aguantar a los venerables antes, durante y después, que esta gente cuando pilla hueso no lo suelta ni queriendo. De momento, vamos librando, pero somos varios los que volvemos a casa sin ganas de mirar el buzón no sea que nos hayan dejado la sorpresa.