stá muy bien renunciar a la herencia y cambiar de nombre a las calles y plazas que se llamen Juan Carlos I. Pero no dejan de ser medidas de protesta tan simbólicas como la propia monarquía. Puestos a ser alegóricos, yo suprimiría el adjetivo emérito. ¿Retirado de un cargo y merecedor de algún premio por sus buenos servicios? Lo que de verdad echo de menos es la posibilidad de un debate abierto y sin cortapisas sobre la vigencia -si es que alguna vez la mereció- de la institución. Sentí impotencia cuando Rajoy y el difunto Rubalcaba -aún a costa de hundir al PSOE hasta sus peores números- nos hurtaron la voz y el voto sobre la cuestión hasta que tuvieron la sucesión exprés atada y bien atada después de que el mataelefantes se viera empujado a abdicar por lo que se avecinaba. Y tampoco creo que ahora se deba tolerar que sorteen la sangría de corruptelas del Borbón con un simple prolongamiento de su inviolabilidad y unos cambios de nombres en los callejeros de las ciudades. Hay aún muchos seguidores de la monarquía reinstaurada por Franco y acatada sin remilgos por los sectores más conservadores. No obstante, cada vez son más patéticos los argumentos esgrimidos en defensa de Felipe, Letizia y Leonor. Pues votemos... O quizá no estemos preparados para vivir solos, como aseguraba el caudillo.