quién no le gusta una buena teoría de las conspiración? Seamos sinceros. ¿No mola la trama del fulminante final del pontificado de Juan Pablo I en El Padrino III? ¿Y qué me dicen de Kennedy? Reconozcamos que es mucho más atractiva la historia de la implicación de la mafia, o de la CIA, o de todos en su asesinato que la teoría oficial del tirador solitario asesinado en el traslado de la comisaría a la cárcel dos días después. Por otra parte, aunque lo de la Navaja de Ockham suele ser cierto, tampoco creo que convenga una fe ciega en la explicación más sencilla como si fuera una ley grabada en piedra. Y después de todo esto, aparco a la lectora de novela negra y de espionaje que llevo en mi interior y apelo al sentido común. Leo un artículo sobre la homilía del cardenal de Valencia y su doble tirabuzón con mortal hacia atrás entre Satanás, el aborto y la búsqueda de una vacuna contra el covid-19. Por un momento me he imaginado a Spectra, Sauron y Palpatine de la mano. Y Satanás, claro. Hombre, exijamos toda la información y control que haga falta, opinemos libremente, faltaría más; pero también seamos un poco sensatos y prudentes al aventar ciertas cosas -en el caso del cardenal, alguna de ellas bulos declarados- que estamos hablando de la salud de todos.