ios, la providencia o quien haya estado de guardia en la sala de gestión de calidades en el más allá estará tirándose de los pelos al detectar errores de configuración en muchos integrantes de la humanidad. Al parecer, con la crisis sanitaria provocada por el coronavirus de nombre impronunciable se ha puesto de manifiesto una realidad que muchos intuían, pero que ahora se conoce con certeza. Y ésa dicta que entre las personas que pueblan este planeta, hay muchas a las que el riego sanguíneo no les llega con el caudal necesario a las entendederas. No sé si será por la ansiedad tras semanas de confinamiento previo, por no entender o no querer entender las recomendaciones sanitarias o porque, simplemente, piensan que todo lo que ha sucedido y está sucediendo ha sido solo una pesadilla, pero imágenes como las de estos días con los arenales vascos repletos de personal, tomando el sol, bañándose y haciendo piña sin apenas separación han puesto a más de uno los pelos como escarpias y han dejado a las claras que aquello de apelar a la responsabilidad individual sirve más bien de poco. En fin, imagino que nadie es perfecto y que cada uno desescala como puede o quiere, pero para evitar lamentos posteriores, mejor prevenir que curar.