e deprime profundamente esta ¿Unión? Europea de medio pelo. Y lo digo con tristeza, ya ni siquiera con enfado, sino con frustración. Decía la semana pasada Ursula von der Leyen que la UE debe una disculpa a Italia por haber ignorado sus peticiones de ayuda al inicio de la crisis. Siéntense a esperar amigos italianos. No es que los socios ignoraran a Italia, es que respondieron dándole un portazo. Y lo más sangrante es que ni siquiera sorprende. A fin de cuentas, ocurrió exactamente lo mismo cuando la economía griega se fue al guano. Y cuando el resto de los PIGS -la propia enunciación del concepto es la mejor prueba y el más sangrante recuerdo de la idiocia y la ruindad que cunden en los conciliábulos bruselenses- se asomaron a ese mismo abismo. Porque ahora estamos ocupados y preocupados en lo que hay que estar, las vidas que estamos perdiendo, pero atentos a los lodos que van a traer estos polvos, porque si la crisis económica de 2008 fue el renacimiento de la ultraderecha en Europa, el derrumbe al que nos enfrentamos ahora -mucho más abrupto- puede significar su impulso definitivo. Veremos qué ocurre en Italia, por ejemplo, veremos qué ocurre con el sentimiento antieuropeo y con eventuales iniciativas similares al brexit. Y veremos quién va entonces a pedir perdón.