or supuesto, y como todos, nuestro querido templo del cortado mañanero está con la persiana bajada. Eso sí, el otro día apareció frente a la puerta una vela encendida y un vaso de txikito vacío. Seguro que alguno de los habituales ha tenido algo que ver, que son muy burros y muy bestias en apariencia, pero unos osos amorosos en el fondo. ¡Cuánto personal con alma de poeta hay en los bares! A mí, al pasar a por el pan, casi se me cae una lágrima y todo al encontrarme con la performance. Entre algunos de los que solemos coincidir en el local, hemos creado un grupo de esos de watxap para seguir diciéndonos las mismas chorradas habituales aunque sea a distancia. Nos está costando un poco, eso sí, añadir a algunos de los viejillos y no porque no se manejen con la cuestión tecnológica, sino porque dicen que están hasta la punta de la txapela de recibir los mismos puñeteros vídeos y memes por 20 vías distintas. Y viendo que la idea de crear el servicio a domicilio de televino no ha cuajado, el domingo a la hora del vermú, algunos hicimos hasta una de esas conexiones multicomosediga para echarnos unas risas, sobre todo cuando uno de los viejillos apuntado se tiró dos minutos con el dedo en la cámara y no le veíamos ni leches. Aquí seguimos a la espera.