La política española sufre una curiosa paradoja: parece que nada se mueve y, en realidad, ocurren cosas a toda velocidad. Ejemplo: el 28 de diciembre se cumplirán cuatro años desde aquel Comité Federal del PSOE que marcó los límites de negociación a Pedro Sánchez en su fallido intento de investidura. El mensaje exigía entonces para pactar con Podemos que los de Pablo Iglesias renunciaran a defender un referéndum en Catalunya y cerraba el paso a acuerdos con fuerzas soberanistas. 2015. Luego pasaron muchas cosas, entre ellas que dimos por amortizado a Pedro Sánchez, empezando por quienes le defenestraron en su propio partido. Y no. Ya ven. Pasan un montón de cosas. Por ejemplo que continúa la partida de Risk entre PSOE y ERC, con un nuevo movimiento interesante: la ronda de contactos anunciada por Sánchez. Una operación que le permite ganar tiempo ante la ralentización de un eventual acuerdo que ha impuesto Esquerra y, de paso, construir relato: si pacta con ERC no es porque no hable con el PP o Ciudadanos, sino que estos no quieren pactar, por ejemplo. Y, de paso, la ronda le permite a Sánchez colar a Torra de rondón, aunque Torra y JxCat eleven el listón sobre su exigencia de diálogo entre iguales. Continuará.