queda todavía tiempo y pueden darse aún muchos pasos en la buena dirección, o sea la de llegar a acuerdos, pero algunos indicios hay de que no lo conseguirán y de que nos abocarán, otra vez, a unas nuevas elecciones generales. A Pedro Sánchez se le llena la boca de soflamas pactistas por la izquierda pero vuelve a dudar en cuanto la derecha le tira los tejos. PP y Ciudadanos asisten despavoridos al crecimiento de Vox y hasta lanzan algunos guiños a Sánchez para salvar sus respectivos culos, pero no acaban de ir más allá del amago. Especialmente conmovedor resulta el ofrecimiento de Inés Arrimadas, desesperada como ésta por salvar algún mueble en su naufragado partido. Todos contra Vox y contra los catalanes -por cierto, si estos apuran demasiado se arriesgan a comerse una hondonada de hostias- y eso parece imposible de fraguar. De hecho, a las primeras de cambio ya se ha cortado el cordón sanitario contra los fachísimos y se ha comulgado con ruedas de molino para repartirse las vicepresidencias del Congreso. Que una cosa son los principios y otra los cargos, faltaría más. Y así, como hace unos meses, paso a paso hacia la intransigencia -ellos lo llaman dignidad- y sin aparente remedio hasta las elecciones. Ojalá no, pero...