Por España, por la libertad de los/las presos/as políticos, por las clases trabajadoras, un país en el que el amor gane al odio, por el planeta, por fidelidad al pueblo catalán, hasta lograr una Navarra soberana y una Euskal Herria libre o por las Trece Rosas. Como vayamos a unas terceras elecciones, sus señorías van a tener que estrujarse las meninges para tunear su promesa o juramento en la constitución de Cortes. Hubo un tiempo en que el “por imperativo legal” era un exotismo. Hoy ya entra en la categoría de clásico. Pero la jornada estuvo aliñada por otras anécdotas, como la caída de Adriana Lastra, con seguimiento periodístico de la lesión tipo delantero centro, y peleas más efusivas de lo recomendable, algún empujón incluido al parecer, entre Vox y Ciudadanos por los escaños que ocupó C’s en la anterior legislatura. La política internacional no anda mucho mejor. Donald Trump está mosqueado con Emmanuel Macron. No es nuevo, aunque hicieron el paripé en el G7 de Biarritz. No le ha gustado que Macron hablara de “muerte cerebral” de la OTAN. En realidad, lo que no le gusta la tasa Google francesa. Pero en un nuevo alarde de diplomacia se despachó con la política interna gala: “Francia no va bien en absoluto desde el punto de vista económico”, dijo recordando la crisis de los chalecos amarillos. Y solo en un día.