Como en el templo del cortado mañanero no perdonan una y el más tonto hace relojes, a sabiendas de que este periódico que tiene entre las manos acaba de cumplir sus 15 años, los viejillos del lugar no permitieron que pasase la ronda y hace unos días hubo que pagar desayuno completo a la parroquia habitual, aunque también se me colaron los de la frutería cercana, que son más de pintxo de mediodía pero, oiga, si hay que hacer un esfuerzo, que por su parte no quede. Cafés, tortillas, alguna caña o vino para entonar... ya saben, lo típico en estos casos. Eso sí, todo bien apuntado por nuestro querido escanciador de líquidos y otras sustancias, que no me perdonó ni el último céntimo de la cuenta, incluyendo lo suyo. Con un par. No importa. En esta vida, y usted lo sabe bien, las cosas vienen mal dadas con demasiada frecuencia, así que pegarse una alegría de vez en cuando no sólo es recomendable, es tremendamente sano. Ya nos fastidian -y nos fastidiamos- bastante. Miedo me da, eso sí, la que me pueden montar en el próximo aniversario redondo, que a esta gente parece que no le dan de comer en casa. Hubo, además, que lanzar discurso y no sé qué rollo les solté, pero sí les dije, y a usted también, que la mejor noticia de Álava somos todos nosotros y nosotras.