Entra la negociación de cara a intentar la investidura de Pedro Sánchez sobre el preacuerdo -exprés y fulminante- alcanzado con Pablo Iglesias en esa fase que alterna la sobreactuación y la partida de póker. El PSOE tiene que cuadrar el sudoku y dada la hiperfragmentación del hemiciclo no es fácil pero, a la postre, el gran objetivo a conquistar parece la abstención de los trece diputados de ERC. Apenas hace nueve meses que ERC fue determinante para tumbar el proyecto presupuestario de Sánchez para 2019, precipitando así la convocatoria electoral de abril. La sentencia del procés y la tensión política derivada en Catalunya tampoco contribuyen a alentar las posiciones más posibilistas dentro de ERC: por convicción -nada menos que Oriol Junqueras es uno de los dirigentes condenados-, por táctica -ser tachado de traidor es una losa- y por estrategia -la especulación sobre un posible adelanto electoral en Catalunya sigue en pie-. La pregunta es si ERC valorará algún escenario alternativo menos malo que un eventual Gobierno de Sánchez con UP, al margen del coste de la fotografía de un nuevo bloqueo junto a PP, C’s y Vox. Sánchez ha modulado su discurso sobre el tema catalán tras la campaña. Los presupuestos del Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat también podrían entrar en la ecuación. Sigue la partida.