No lo voy a negar. Tengo de cabal analista político lo mismo que de riguroso sociólogo tiene José Félix Tezanos, toda una eminencia a la hora de acertar con las prospecciones que publica el CIS, Centro de Investigaciones Sociológicas. Supongo que, como dijo el interpelado, sus capacidades como adivino no han pesado excesivamente en su trabajo, que no es otro que atinar con las opciones preferidas de los electores a la hora de elegir la identidad de los llamados a intentar desbrozar el camino para la conformación de un gobierno capaz de recorrer los procelosos caminos que ha de seguir este Estado, país, nación o conglomerado de identidades nacionales que es esta España. En fin, como escribía hace unas líneas, no soy docto en la materia, pero creo reconocer la ineptitud cuando la veo. Y en la clase política estatal, al menos, en sus cúspides visibles (y también en las invisibles) habitan muchos seres que parecen haber llegado a la representación democrática por no haber sido capaces de acceder a cualquier otra actividad profesional o laboral. Vamos, que aparte de cantidad, se necesitaría calidad y talento político para tratar de deshacer el nudo que inhabilita a las instituciones del Estado. Visto lo visto, de eso no queda en exceso.