No sabría decirles cuándo ni cómo empezó, pero yo he vivido desde mi niñez escuchando que eso de Letras -pronunciado con cierto desdén cuando lo de las letras, la escritura, es una de las hazañas humanas sin la que poco podría entenderse- supone una pérdida de tiempo que, para evitar problemas, hay que fumigar de cualquier programa educativo. Pasaba hace treinta años y pasa ahora: lo útil -en un extraño concepto de utilidad que quiere decir, en realidad, rentable económicamente, que tampoco es asunto menor- son otras cuestiones. La RAE acaba de presentar las novedades de la 23ª edición de su Diccionario. Vemos el mundo a través de las palabras, así que las palabras que utilizamos o dejamos de utilizar tienen importancia. Por ejemplo, se introducen términos en el diccionario como agendar, arboricidio, antitaurino, beatlemanía -aquí no han andado muy rápidos los académicos-, cumplemés, mensajear, brunch... signo todos ellos de nuestro tiempo por distintos motivos y no necesariamente buenos. También se incluyen brent, bilateralismo, bordería, casteller -atentos- o identitario. Y uno de los más divertidos, zasca, “respuesta cortante, chasco, escarmiento” en su primera acepción. Que no estuviera zasca todavía reconocido oficialmente...