l fin de la obligatoriedad del uso de las mascarillas en espacios cerrados, de cuya entrada en vigor se va a cumplir un mes, y los efectos aún de la mayor movilidad e interacción social propias de la pasada Semana Santa pueden estar detrás del continuo avance en la mayoría de los indicadores de la pandemia de covid-19 en Euskadi. Los últimos datos que arroja el boletín epidemiológico hecho público ayer, correspondiente a la semana pasada, advierten de un nuevo repunte de contagios -cuya cifra, en cualquier caso, conviene relativizar dada la nueva estrategia de conteo de casos, pero que sirve para medir la evolución de la enfermedad-, de hospitalizados y de fallecidos. Este último apartado, en el que en la última semana se han contabilizado 29 personas muertas por covid, ocho más que en los siete días anteriores, es sin duda la más trágica y la que obliga a mantener la máxima prudencia. La estrategia de normalización y convivencia con el covid, que ha perdido buena parte de su gravedad, está plenamente asumida, tanto por parte de las instituciones como por la ciudadanía. Y, con ello, los riesgos que entraña. La propia OMS confirmó hace unos días que, en contraste con la controvertida estrategia llevada a cabo por China de covid cero -que consideró no “sostenible”-, es necesario “equilibrar las medidas de control (sobre el covid) con el impacto en la sociedad, el impacto en la economía, y eso no siempre es una calibración fácil”. Este aval a la estrategia que ha venido en denominarse “gripalización” del covid es, en efecto, complicada y supone asumir los costes. En este sentido, Europa mantiene una continua desescalada. A partir de hoy, en el Estado francés -y con él, Iparralde- ya no es obligatorio el uso de la mascarilla tampoco en el transporte público. También entra hoy en vigor la retirada de la recomendación de la Agencia Europea de Seguridad y el Centro Europeo para la Prevención y control de Enfermedades sobre el uso del cubrebocas en los aviones, medida sobre la que, pese a todo, no hay unanimidad en los distintos países de la UE. La consecuencia final es que, tras el tsunami de contagios por la variante ómicron y la vacunación masiva que han logrado un alto nivel de inmunidad, el covid-19 está pasando a considerarse -también entre la ciudadanía- una enfermedad más, aunque conviene tener muy en cuenta su potencial peligrosidad y, por tanto, la adopción de medidas básicas de prevención. l