l anuncio del apoyo tanto del presidente como de la primera ministra de Finlandia a la adhesión del país a la OTAN “sin demora” ha hecho saltar por los aires la histórica neutralidad de Helsinki junto con Suecia, que observa de cerca acompañar al país hermano en la entrada en la Alianza Atlántica. Ambos, atemorizados por Rusia, con quien comparten fronteras, pueden protagonizar con su ingreso en la Alianza, cuya petición se anunciará de forma oficial probablemente este domingo, una de las consecuencias más desastrosas para Rusia que ha interpretado el fin del no alineamiento como una amenaza que a su juicio no hace más seguro ni más estable el continente europeo. No es baladí, sin embargo, ni las prisas, ni el fin de la larguísima historia de neutralidad militar de ambos países que fueron el mismo durante 600 años hasta que el territorio finlandés fue desgajado de Suecia para ser propiedad de la Rusia de los zares. Ahora, los dos países nórdicos aceleran el paso para entrar en la OTAN contando además con el apoyo de la oposición y de la población. Es el caso finlandés donde los últimos sondeos apuntan a que el 68% de la población apoya la adhesión, más del doble que antes de la invasión de Ucrania y que solo el 12% se opone a romper décadas de neutralidad debido a una nueva realidad en Europa impuesta por una guerra empantanada que dura ya casi 80 días. La adhesión significaría 800 kilómetros adicionales de frontera compartida con la OTAN y además trascendería a la unión de la coalición contra Putin que nació con la invasión de Ucrania provocando que países antes neutrales hayan mostrado su ayuda a los ucranianos con el envío de armas y financiación frente a una Rusia que pierde aliados. Queda por ver la garantía de seguridad de países como Reino Unido o Estados Unidos en el periodo intermedio hasta que ambos países ingresen definitivamente en la OTAN cuya influencia en Europa aumenta con estas dos nuevas adhesiones que reconfiguran el orden geopolítico del continente haciendo fracasar la estrategia de un Putin cada vez más aislado. El presidente ruso, que no deseaba la expansión de la OTAN hacia el este, observa ahora a Europa blindarse en su extremo norte con más países de la Alianza en las fronteras rusas. l