ace más de dos años ya que el Parlamento Europeo aprobó a situación de “emergencia sanitaria” en el Planeta Tierra. Desde entonces, se han sucedido distintas cumbres sobre el clima en las que ha habido importantes compromisos que han asumido decenas de países de todo el mundo. Sin embargo, los avances para detener el deterioro ambiental de la Tierra son mucho más lentos que los efectos reales del cambio climático. El último Informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU advierte de un empeoramiento constante y creciente de los efectos del cambio climático e insiste en que la acción inducida por el hombre está causando “alteraciones peligrosas y generalizadas en la naturaleza”. Aproximadamente, entre 3.300 y 3.600 millones de personas viven en zonas del planeta vulnerables al cambio climático y más de medio planeta sufre sus consecuencias más devastadoras. La OMS ha cifrado esta misma semana en 13 millones las muertes que la emergencia climática provoca cada año debido al calentamiento del planeta, los fenómenos meteorológicos extremos, la degradación del suelo o la escasez de recursos y ha advertido de la necesidad de adoptar medidas de urgencia para mantener la salud del planeta y de quienes vivimos en él. De la misma manera, la ONU ha alertado también estos días que los próximos años son críticos para limitar el calentamiento global y reducir al menos en un 43% para el año 2030 los gases de efecto invernadero y un tercio las emisiones de metano. La tercera y última parte del Sexto Informe de Evaluación de la ONU, fruto de un trabajo de siete años con la participación de cientos de científicos de diversas especialidades, remarca que el objetivo de contener el calentamiento global por debajo de 1,5 grados en 2100 es ya “inalcanzable” sin una reducción “inmediata y profunda” en todos los sectores de dichas emisiones. La realidad es que se suceden las cumbres, informes y advertencias científicas para frenar el cambio climático y se habla de economía circular, soberanía alimentaria, energías renovables o medidas contra la deforestación. Pero todas ellas encuentran adversarios con una capacidad de oposición e influencia dura y poderosa. La ONU afirma que fallar en la batalla contra el cambio climático es una “sentencia de muerte”. Y si nadie lo remedia de verdad, antes que después será así.