a desaparición el sábado de un migrante -posiblemente subsahariano- en tránsito en aguas del río Bidasoa en la muga entre Behobia y Biriatu vuelve a poner el foco sobre una realidad tan trágica como evitable, paradójicamente en un momento en el que la solidaridad de la sociedad vasca para la ayuda y el acogimiento de refugiados está plenamente activada. El éxodo masivo de ucranianos que huyen de la invasión rusa a su país y de la guerra -unos 2,7 millones de personas, según las últimas estimaciones- está provocando una ola solidaria en toda Europa que no se corresponde con la actitud con que en los últimos años se ha tenido hacia personas migrantes provenientes de otros países. Personas que huyen también de la guerra, la persecución, la violencia y el hambre. Las instituciones europeas, que están estos días activando políticas y mecanismos de apoyo y acogimiento masivo de ucranianos, continúan, por contra, siendo poco receptivas y a menudo expeditivas con los refugiados y migrantes que llegan fundamentalmente de África, a quienes sigue poniendo dificultades de todo tipo para entrar en el continente hasta el punto de que se ven obligados a arriesgar su vida para cruzar el Mediterráneo, y se les dispensa un trato como mínimo poco humano incluso si alcanzan su objetivo. El drama del migrante desaparecido en el Bidasoa o los recientes y graves incidentes ocurridos en la valla de Melilla son fiel reflejo de esta política. De confirmarse su posible ahogamiento, sería el cuarto fallecimiento en similares circunstancias en los últimos meses en el río, lo que pone en evidencia la política restrictiva e inhumana que lleva a cabo el Estado francés de cierre de la frontera para impedir el paso de migrantes hacia otras zonas de Europa y Reino Unido, lo que empuja a estas personas a cruzar el Bidasoa en circunstancias precarias y peligrosas. La solidaridad y el derecho a la migración y al tránsito y a recibir un trato humano no pueden depender de fronteras, procedencias, etnias o religiones. La impecable actitud que, como sociedad, está teniendo Euskadi y prácticamente toda Europa para con los refugiados ucranianos debe extenderse de igual manera al resto de personas que llegan huyendo para salvar sus vidas. Es por ello obligada la creación, también aquí, de corredores humanitarios seguros y de redes de ayuda y acogida para todos, vengan de donde vengan.