l constante incremento de contagios de covid-19 en las últimas semanas en Euskadi está llegando a límites ya muy preocupantes que tienen como consecuencia directa un impactan notable en el sistema sanitario. Si al inicio de la sexta ola tanto el número de fallecimientos debidos al virus como la presión hospitalaria -incluidas las UCI- y en la atención primaria eran bajos y no amenazaban el normal funcionamiento del sistema de Salud, en los últimos días la situación parece estar cambiando. Con más de 1.250 nuevos contagios en un solo día, 74 pacientes críticos en las Unidades de Cuidados Intensivos y, lo que es peor, con una peligrosa tendencia que continúa al alza, Euskadi se encuentra “en uno de los peores momentos de expansión del virus”, según señaló ayer la consejera de Salud, Gotzone Sagardui. Hay que tener en cuenta, además, que estos datos no recogen aún, lógicamente, los efectos de la evidente mayor movilidad e interacción social con decenas de miles de personas disfrutando del ocio que se están produciendo durante este puente festivo que hoy termina. Estamos, además, en un momento crítico, a las puertas de unas jornadas prenavideñas y festivas que serán también muy problemáticas y proclives a la relajación en el cumplimiento de las medidas de prevención y a una mayor interacción familiar y social. Ante este cóctel explosivo, Osakide-tza se encuentra en el segundo escenario del Plan de Contingencia y ha decidido dirigir su estrategia contra la pandemia en el inmediato plazo en tres frentes: un cambio en el protocolo de rastreo de contactos mediante avisos por SMS y realización de pruebas diagnósticas con el objetivo de cortar cuanto antes la transmisión; el aplazamiento de las consultas y cirugías no urgentes a fin de priorizar la atención de problemas agudos y a pacientes con covid-19; y, además de mantener la vacunación general y de terceras dosis, la próxima inoculación a menores de entre 5 y 11 años a partir del 15 de diciembre, en función de los preparados disponibles. La necesidad de adopción de estas medidas es indicativa de la amenaza que, pese a la vacunación, representa la sexta ola del coronavirus y, aunque la situación no es comparable con momentos anteriores, del riesgo que representa para un sistema y unos profesionales sanitarios ya muy castigados y tensionados desde hace más de veinte meses.