on independencia de que resulte siempre amargo constatar que la voluntad de acuerdos de los gobiernos del Estado sigue vinculada a sus propias necesidades, el balance de la negociación de los Presupuestos Generales del Estado de 2022 es claramente positivo para Euskadi. A los acuerdos conocidos se suma un hito histórico presentado ayer por el PNV en Gasteiz, que permitirá acometer con más estabilidad y eficiencia que hasta la fecha el desarrollo de las obras del Tren de Alta Velocidad en Euskadi. El modelo de encomienda de gestión a las autoridades vascas era la fórmula demandada desde nuestras instituciones y ya contaba con el precedente exitoso de los tramos guipuzcoanos de la línea ferroviaria. Un precedente que, en la medida que ha acreditado su eficacia, debería permitir asentar un modelo de relación en el que las prioridades que revierten en beneficio de la sociedad vasca no dependan, en el futuro, de las trabas financieras o estructurales de la administración del Estado. La potencialidad del modelo bilateral de relación a través del sistema de Concierto y Cupo adquiere nueva relevancia como desatascador de estas dificultades. El potencial es inmenso y, si hasta la fecha no ha sido explorado, ha tenido más que ver con la obsesión de retener competencias y no reconocer la capacidad de gestión de las autoridades vascas. La disponibilidad financiera de unas administraciones como las vascas, de bajo endeudamiento, frente a la del Estado, que debe más que su PIB anual, permite prácticamente reducir a una cuestión de apuntes contables en el gasto y su compensación vía Cupo lo que en las manos del Gobierno del Estado venía siendo un callejón sin salida causante del retraso histórico de una infraestructura vertebradora de país y nexo con las prioridades ambientales y de transporte de la Unión Europea. El acuerdo final sitúa la línea de alta velocidad y altas prestaciones en la vía de la certeza. Certeza de que el proyecto se realizará de la forma más acorde a las necesidades del transporte y el desarrollo urbanístico de las capitales vascas. Certeza de que las instituciones vascas están en disposición de suplir las carencias ajenas y hacer de la bilateralidad un mecanismo de éxito bidireccional. Esta es la base de la moderna cogobernanza y una palanca de articulación del ejercicio de soberanía en un entorno europeo interconectado política, económica y administrativamente.