l foco del debate sobre las pensiones oscila habitualmente en base a circunstancias coyunturales. En el caso de Euskadi, por ejemplo, se incide en el déficit millonario en la relación entre pensiones y cotizaciones de los trabajadores vascos a la Seguridad Social. Para ello, se obvia que, hasta 2006, la aportación del tejido económico vasco -empresas y empleados- venía generando sistemáticamente superávits. Ahora, el ministro del ramo, José Luis Escrivá, ha lanzado un globo sonda cuyo fondo está por contrastar y que habla de incrementar en un 0,5% las cotizaciones durante un diez años para sostener las cuentas de los jubilados del baby boom. Coyunturalmente, esta aportación extraordinaria -ajena al mecanismo de consenso que es el Pacto de Toledo- puede reducir, no eliminar, la asfixia de la Seguridad Social. Estructuralmente, es muy difícil que una medida semejante, que carga sobre el mercado laboral la responsabilidad de la sostenibilidad del sistema, aporte por sí sola la estabilidad suficiente. El problema demográfico que tensiona el sistema estará en fase extrema al menos veinte años, pero no apunta a un mayor equilibrio después. Siendo así, un mecanismo que se base exclusivamente en las cotizaciones difícilmente podrá relajar esa tensión en el futuro, salvo que otro baby boom igualmente coyuntural invierta el peso de la pirámide de edad y refuerce su base de cotizantes frente a una cúspide de menguante de perceptores. El sistema requiere de modelos mixtos que sostengan su estabilidad de un modo ponderado. Por escaso que sea el 0,5%, supone coste laboral para la empresa y ajuste del poder adquisitivo del trabajador, que bien podría causar una espiral salarial al alza o una contracción del mercado laboral. La sostenibilidad del sistema de pensiones está conectada a la capacidad de generar riqueza de su base socioeconómica. Ese 0,5% de recaudación adicional bien podría obtenerse por la vía de un crecimiento del empleo. En Euskadi, el incremento de afiliados a la Seguridad Social en octubre fue de casi un 1,6%. La calidad de ese nuevo empleo aportaría a las arcas más que el incremento de la cotización sugerido por Escrivá. No se trata de desacreditar una fórmula coyuntural que puede ser complementaria sino de no perder de vista que el mecanismo de garantía para las pensiones es una economía productiva y sostenible. Trabájese en ello.