a contundente sentencia dictada el pasado jueves por la Audiencia Nacional en la que condena al extesorero Luis Bárcenas y al Partido Popular como responsable civil subsidiario por haber pagado con su caja b -es decir, con dinero negro- la reforma de su sede de Génova sitúa de nuevo a la formación popular frente a su sistémica práctica corrupta que los actuales dirigentes tratan de soslayar situándola en “el pasado” y supone un torpedo en la línea de flotación de la errática estrategia de su líder, Pablo Casado. El fallo del tribunal -que puede ser recurrido, aunque el PP aún duda sobre si hacerlo o no- considera probado que hubo un acuerdo con la empresa de reformas mediante el que una parte de los pagos de las obras de la sede popular “serían abonados con los fondos B” y que estas cantidades no fueron declaradas a la Hacienda Pública. Asimismo, otorga plena verosimilitud a los denominados papeles de Bárcenas, con los apuntes contables de la caja B del PP. Se trata de la segunda sentencia que condena al PP por corrupción, tras la dictada en mayo de 2018 y ratificada por el Tribunal Supremo. Entendiendo que, en efecto, los hechos sucedieron hace 15 años, como insiste la actual dirección del PP, se trata de conductas gravísimas sobre las que la formación conservadora no ha asumido motu propio responsabilidad alguna, más allá de abonar las correspondientes multas, aunque la primera condena tuviese su castigo político al convertirse en el detonante de la moción de censura que sacó a Mariano Rajoy de la Moncloa. El atronador silencio del PP sobre esta cuestión, más allá de la insistencia en tratar de desvincularse de estos comportamientos y eludir su responsabilidad, y su inacción en el terreno político muestran su dificultad para constituir una alternativa creíble. No basta con no disponer ya de una caja B para convertirse sin solución de continuidad en una formación honrada y sin tacha de corrupción. La pasada convención del PP demostró públicamente que Casado no ha roto en absoluto -como presume- con la herencia del pasado. Por el contrario, la reivindicó de manera enfática y la escenificó agasajando y alabando a sus predecesores José María Aznar y Mariano Rajoy, que cimentaron el sistema corrupto. En todo caso, no es esperable ya que el PP de Casado dé muestras de depurar de verdad la corrupción sistémica en su partido.