a obligatoriedad establecida desde el pasado viernes, 1 de octubre, de que los ciudadanos de países de la Unión Europea que quieran viajar al Reino Unido deban presentar su pasaporte en vigor -es decir, que ya no es válido únicamente el documento de identidad, con lo que las personas procedentes de la UE tienen el mismo trato en la frontera que los del resto del mundo- y la crisis generada en el país por el desabastecimiento de distintos productos son consecuencia directa del Brexit y, como era previsible, están generando problemas y molestias en la vida cotidiana de los británicos. Aunque Londres trata de minimizar estas dificultades y pretende achacar sus efectos a cuestiones ajenas, lo cierto es que la escasez de combustible y de otras materias primas está íntimamente relacionada con el cierre de fronteras que ha supuesto la salida del Reino Unido de la Unión Europea. La falta de transportistas y de empleados cualificados en el país y las dificultades impuestas por el Gobierno de Boris Johnson para la entrada de trabajadores europeos ha agravado la situación, que afecta a mútiples sectores de la economía británica. La situación es tal que, además de las largas colas ante las gasolineras, se teme que algunos sectores no reciban los suministros necesarios y no puedan contar con personal suficiente para mantener abiertos sus negocios. Las medidas de urgencia -aunque la situación ya se ha alargado más de una semana- puestas en marcha por el Ejecutivo son ejemplo de ello y tratan de sortear la crisis. Además del empleo de dos centenares de miembros del ejército para la distribución de combustible, Reino Unido prevé emitir 5.000 visados temporales para trabajadores extranjeros y permitirá de inmediato la entrada temporal de 300 camioneros, que podrán quedarse a trabajar hasta marzo. Medidas que se antojan meros parches, toda vez que el país se enfrenta a un déficit calculado de unos 100.000 profesionales. Quedan aún otros retos, como la relación con Gibraltar o el problema en Irlanda del Norte, consecuencia directa también del Brexit y que amenaza con resucitar algunos de las raíces del conflicto. En este contexto, Johnson afrontó ayer el congreso anual del Partido Conservador con su imagen intacta, lo que indica que los tories seguirán mirándose al ombligo mientras la ciudadanía padece crisis tras crisis.