as recientes y trágicas inundaciones que tuvieron lugar el pasado julio en Centroeuropa que dejaron más de 200 muertos en Alemania y Bélgica y los inmensos incendios que se suceden estos días en todo el Mediterráneo oriental, como Grecia, Turquía, Chipre y Sicilia son ejemplos palpables y dramáticos de paradójicas y gigantescas catástrofes humanas y medioambientales que, según todos los indicios, son al menos en parte causadas por el cambio climático. La ciencia lleva ya décadas advirtiendo de que este tipo de fenómenos extremos se producen y se seguirán repitiendo e incluso aumentando si no se toman medidas reales para reducir el calentamiento global. Ayer, el demoledor Informe de Evaluación sobre Cambio Climático elaborado por el Grupo Intergubernamental de Expertos (IPPC) describe un escenario realmente estremecedor y catastrófico del que responsabiliza “indudablemente” a la actividad de los seres humanos contra el planeta, que vive su periodo más cálido en 2.000 años, afecta a todas las regiones habitadas del mundo y provoca fenómenos meteorológicos extremos como olas de calor, fuertes precipitaciones, sequías y ciclones tropicales que, además, se vuelven más frecuentes. La conclusión más dura del informe vaticina que el cambio climático tendrá efectos ya “irreversibles” durante milenios. No hay en el estudio especiales novedades más allá de la constatación “irrefutable” del origen, consecuencias y proyección de la gravísima afectación a futuro del calentamiento global. Hasta ahora, que el mundo ha sido más o menos consciente de la realidad y su gravedad, pero poco, o muy poco, se ha hecho al respecto. La desesperada llamada de los expertos científicos a una “acción urgente y drástica” para frenar en lo posible esta situación y sus graves consecuencias mediante la ineludible reducción de la temperatura global es, pues, más que un toque de atención: es una acuciante e inexcusable obligación para gobiernos, instituciones supranacionales, corporaciones, empresas y ciudadanos, que debemos exigir que los objetivos, compromisos y medidas fijados en las cumbres climáticas en línea con el Acuerdo de París no solo se cumplan sino que se reajusten en lo necesario. Es obligado actuar en conjunto y con contundencia, con celeridad y determinación para revertir, en lo posible, una grave amenaza que día a día está mostrando ya sus trágicos efectos.