l anuncio de la Diputación de Bizkaia de que tiene intención de implantar un peaje para el transporte pesado en vías secundarias del territorio ha puesto sobre la mesa un debate de largo recorrido pero cuyas bases están más que establecidas. En primer lugar, la formulación de una estrategia de cobro por uso es un principio compartido y propugnado por los modelos diseñados en el ámbito de la Unión Europea. Mediante directivas como la de 2011, o iniciativas parlamentarias como la de 2018, se establecen los objetivos de contribuir al coste de construcción de nuevas carreteras y al mantenimiento de las ya existentes; asimismo, se sugiere aplicar tarifas más elevadas en las horas y áreas más congestionadas al objeto de reducir el número de atascos; adicionalmente, se enfoca a reducir la contaminación acústica y medioambiental. Estos principios convertidos en normativa que las diversas administraciones deberán trasponer no son una ocurrencia sobrevenida sino fruto de un análisis exahustivo de la situación del tráfico pesado por carretera en el continente. La simplificación del mero afán recaudatorio no cuenta con realidades objetivables. En primer lugar, que el mantenimiento de las carreteras ya está siendo sostenido por el bolsillo de los contribuyentes. No se trata de incidir sobre ellos sino de alinearse con la directiva de que quien más usa, más paga; al igual que quien más contamina, a través de los derechos de emisiones. En el caso de la medida que la institución foral vizcaína quiere implantar en otoño del próximo 2022, previo proceso de diálogo con el sector y con la oposición, se añade el hecho objetivo de que el uso de carreteras secundarias en lugar de la red principal de autopistas por parte de este tráfico supone un factor de riesgo a la seguridad de los desplazamientos interurbanos en los municipios afectados y un mayor impacto de emisiones por el trazado y la baja eficiencia del rendimiento a velocidades cortas y no constantes. Hasta 4.000 vehículos pesados al día recorren los tramos susceptibles de incorporar peaje en Bizkaia. Para agilizar ese tránsito, necesario por otro lado, procurar que sea más seguro y menos contaminante, los vizcaínos han sufragado infraestructuras que facilitan la movilidad eficiente. Rentabilizar esa inversión es razonable. El sector del transporte por carretera sigue siendo necesario pero su futuro no lo cuestiona un peaje sino ser eficiente.