a campaña para la vacunación masiva de la población contra el covid-19 está ya en marcha en toda Europa tras el simbólico arranque realizado ayer en la gran mayoría de países de la UE, incluidos el Estado español y Euskadi. Por tópico que pueda parecer, la jornada de ayer fue histórica y se tiene la esperanza de que sea recordada en el futuro como el principio del fin de la pandemia de coronavirus que está asolando el mundo -se han superado ya los 80 millones de contagiados y los fallecidos alcanzan el millón ochocientos mil- gracias a un gran esfuerzo colectivo. Todo lo que rodea al inicio del proceso de inmunización global invita a un prudente optimismo que aún debe corroborarse a corto y medio plazo. El hecho de que haya arrancado en los centros de mayores, tanto con los usuarios residentes como con el personal sanitario y cuidador de los mismos es, más allá de su simbolismo, un mensaje que refuerza la eficacia, seguridad y solidaridad que supone la vacunación masiva. Si se cumplen los planes establecidos, hacia el verano una parte suficientemente significativa de la población estaría vacunada en buena parte del mundo, con lo que estaríamos muy cerca de vencer a la enfermedad y recuperar la normalidad perdida durante todos estos últimos meses. Ese es el objetivo, pero aún no se ha llegado a él. Queda todavía mucho camino por recorrer. De ahí que hasta el momento en que se consiga la inmunidad de grupo y esta sea global, siga siendo vital el mantenimiento al máximo nivel de las medidas de protección y prevención para evitar la extensión del virus y con él los contagios, las muertes y la afección al sistema sanitario y a la economía. La relajación en la lucha contra el virus en este momento sería un gravísimo error que pagaríamos muy caro porque sus efectos se sumarían a los de la tercera ola que se anuncia para enero y que será ya de por sí durísima tras los contactos y contagios de las navidades. De ahí que sea fundamental no bajar la guardia en ningún caso, incluso cuando ya se esté vacunado, porque es posible que aun en este caso se pueda transmitir el virus. La vacuna es sin duda un gran éxito de la ciencia, que ha sido capaz de desarrollar un preparado eficaz y seguro en tiempo récord. Pero el final solo llegará gracias a su distribución equitativa en todo el mundo -y no solo en los países más desarrollados- y a nuestro comportamiento solidario.