l PNV ha cerrado estos días la renovación de sus Ejecutivas territoriales, que han ratificado la decisión de la militancia jeltzale con un aval prácticamente unánime a la continuidad durante cuatro años más de los respectivos burukides de Bizkaia (Itxaso Atutxa), Gipuzkoa (Joseba Egibar), Nafarroa (Unai Uhalde) y Araba (Jose Antonio Suso), así como la elección de Peio Etxeleku en sustitución de Pako Arizmendi en Iparralde. Este abrumador respaldo a quienes han llevado las riendas del partido en estas direcciones puede interpretarse, sin duda, como un claro espaldarazo de las bases del PNV a la gestión realizada hasta ahora, incluso en tiempos difíciles y duros como los actuales. También, obviamente, a la del Euzkadi Buru Batzar, dado que la militancia -aunque aún no ha culminado el proceso interno, a falta de redefinir la celebración de la Asamblea General, que podría retrasarse debido a la pandemia de covid-19- ha respaldado también la continuidad de su presidente, Andoni Ortuzar -sin oposición y sin candidatura alternativa-, y del núcleo duro de la Ejecutiva nacional. No en vano el PNV ha consolidado y reforzado su liderazgo en la sociedad vasca, ratificado e incrementado elección tras elección, lo que le lleva a ostentar las mayores cotas de poder institucional de su historia, conformando de forma mayoritaria los gobiernos de Euskadi y de los tres territorios históricos de la CAV, participando también en el Ejecutivo de Nafarroa a través de la coalición Geroa Bai y detentando también las alcaldías de numerosos municipios, entre ellos las capitales Bilbao, Donostia y Gasteiz, y acaba de ver reforzada de nuevo su capacidad de influencia en el Estado. Una gestión global que ha merecido el premio de la militancia jeltzale, que además ha reforzado las ejecutivas territoriales con una importante renovación que conjuga experiencia y futuro. Un futuro que se presenta con una gran carga de incertidumbre debido a la pandemia y sus graves consecuencias sanitarias, económicas y sociales. El rumbo y el trabajo realizados -acertados, a tenor de la abrumadora opinión de las bases-, la cohesión interna y la fortaleza y creciente confianza que el PNV despierta en la sociedad pueden ser la clave para, desde el liderazgo social e institucional, abordar los difíciles retos de la recuperación y de la nueva realidad postpandemia, tal y como han resaltado los renovados burukides.