a no consecución el miércoles de un acuerdo entre el Ministerio de Sanidad y las Comunidades Autónomas. para la aprobación de un plan de medidas restrictivas de la movilidad y las relaciones sociales durante las fechas navideñas y el emplazamiento a una nueva reunión en el plazo de una semana no debería ser el anticipo de otro capítulo de pugna política como los que ya se han evidenciado en la coordinación de las decisiones de salud pública durante la pandemia. Y que no lo sea depende tanto del talante con que los diferentes gobiernos afronten la necesidad de acotar las celebraciones de Navidad como de la comprensión por parte del Ministerio de las especificidades de cada comunidad, tanto en cuanto a la situación de la transmisión del SARS-CoV-2 o de la capacidad asistencial -y su posible variación en el mes que resta- como de las peculiaridades sociológicas y de costumbres. De hecho, nadie cuestiona ya que las navidades de 2020 serán diferentes, ni que sea preciso limitar las reuniones familiares y el horario. El efecto de las últimas restricciones en el descenso del número de contagios -evidenciado ayer en la salida de Bizkaia de la zona roja- parece haber diluido buena parte de las iniciales reticencias. De hecho, parecidas iniciativas se desarrollan en otros países europeos y, por ejemplo, Alemania ya ha decidido medidas tanto o más severas que las planteadas en el Estado español, como limitar las reuniones navideñas a 10 personas, menores incluidos, entre el 23 de diciembre y el 1 de enero y mantener cerrado el sector de la hosteleria o limitar el aforo de los locales comerciales. Ahora bien, el Gobierno de Merkel también plantea excepciones en aquellos estados de baja incidencia de la covid-19, donde se permitirá una mayor desescalada, lo que coincide precisamente con el planteamiento realizado por el Gobierno Vasco respecto a que el plan que se llegue a aprobar no sea impuesto de forma generalizada, sino que pueda ser interpretado y adaptado a cada realidad y a la diferente evolución de las circunstancias en las próximas semanas. En todo caso, que dicha evolución confirme aún más la paulatina superación de la segunda ola de la pandemia no debe dar lugar a una polémica político-mediática respecto a las restricciones que solo contribuiría a la relajación de la responsabilidad individual y en definitiva a la prolongación de las medidas que condicionan la actividad y la vida.