a polémica abierta tras el anuncio por Arnaldo Otegi del apoyo de EH Bildu al Gobierno de coalición PSOE-Podemos en la aprobación de su proyecto de Presupuestos para 2021 se ha centrado casi exclusivamente en un aspecto alejado del pragmatismo inherente a unas Cuentas públicas: el cuestionamiento ético del Ejecutivo que preside Sánchez por aceptar dicho apoyo, aun sin haberse llegado a conocer públicamente si ha dado motivos para el mismo y cuáles serían estos. Pueden resultar muy comprensibles determinados reparos si la práctica parlamentaria adquiere como condicionante esa apelación a la moralidad circunscrita a determinados conflictos éticos. Pero, sin pretender establecer comparaciones, buena parte de los acuerdos en los órganos legislativos, incluidos aquellos que permiten la participación en gobiernos o la dependencia de estos de quienes idolatran regímenes dictatoriales y silencian sus crímenes o quienes participan profusamente en redes clientelares de corrupción, deberían asimismo ser replanteados. Y ello a costa de cercenar derechos de participación política adquiridos con la condición parlamentaria que, sin embargo, en democracia no se pueden ni se deben poner en cuestión. Así pues, aunque ningún presupuesto, como principal vehículo para poner en práctica las políticas de un gobierno, está exento de matices ideológicos más o menos acentuados, pretender envolver las cuentas en un halo de supuesta pureza política haría imposible su aprobación democrática salvo en casos de mayoría absoluta... y posiblemente ni entonces. Ahora bien, dicho esto, y planteadas las Cuentas como un instrumento para “mejorar la vida de los ciudadanos”, en palabras que utilizó Oskar Matute en el pleno del Congreso, cabría preguntar a EH Bildu por las razones de su apoyo y, en su caso, si estas no son válidas para apoyar -o siquiera no rechazar de forma absoluta- el proyecto de Presupuestos aprobado por el Consejo del Gobierno Vasco del pasado 6 de octubre. Y la pregunta se hace extensible a Podemos. No en vano, el proyecto presupuestario en Euskadi diseña un horizonte de gasto mucho más progresista que el del Ejecutivo estatal en ámbitos como la protección social, la igualdad de género, la reducción de la desigualdad en la distribución de la renta primaria, la transformación industrial y energética en el marco de la lucha contra el cambio climático...