oscientos mil de los 371.956 alumnos matriculados en la CAV en las diferentes etapas preuniversitarias y una primera parte de los estudiantes universitarios de la UPV/EHU fueron ayer los primeros en iniciar un curso 2020-2021 marcado por la amenaza de los contagios de covid-19 y las medidas desplegadas para prevenirlos y contenerlos en los centros educativos vascos. Y esta incorporación presencial a la educación, ya sea de forma plena o compatibilizándola con la modalidad en remoto, como es en el caso de las principales universidades, supone el mayor avance hacia una cierta normalización, a la altura del final del confinamiento y el inicio de las restricciones, desde que la pandemia condicionó nuestras vidas hace ya seis meses, el pasado marzo. Pero disipadas las dudas sobre la necesidad de la presencialidad en la educación, especialmente en determinadas fases de la misma, el regreso a las aulas implica asimismo que el sistema educativo enfrenta en este primer trimestre del curso y último del año -a la espera de que las previsiones de vacunación para final de 2020 o principios de 2021 se hagan realidad- un desafío de características distintas pero proporciones similares al que afrontó y superó hace medio año el sistema sanitario ante la extensión y entonces alta letalidad del SARS-Cov-2. Ni siquiera el dato de que una tercera parte de los 1.863 positivos en pruebas PCR de los últimos tres días se ha dado en las edades de los diversos alumnados del sistema educativo llega a dar su dimensión exacta, ampliada asimismo por el fenómeno de las variaciones en las relaciones sociales que ya causó un incremento de los contagios con el inicio del periodo vacacional allá por el mes de julio. Por ello, también porque el protocolo de regreso a las aulas puesto en funcionamiento por el Gobierno Vasco tiene reflejo exacto en otros países y el respaldo de los especialistas en salud pública, desconcierta sobremanera una convocatoria de huelga injustificada e injusta, que únicamente contribuye a aumentar la confusión entre los alumnos y sus familias. Llevarla a cabo es, simplemente, una dejación de las responsabilidades cuyo cumplimiento se exige al global de la sociedad -también y ahora especialmente a esos mismos alumnos y sus familias- y que deberían extremar todos y cada uno de los agentes que la representan.