a incertidumbre, es decir, la falta de certezas, es la antesala de la confusión y el desconcierto y suele serlo también de la desconfianza. Máxime si esa inseguridad se genera o se provoca por parte de las propias instituciones encargadas de dar soluciones a los problemas sociales y, además, se produce en un contexto de alta inquietud y de angustia social como la que se vive actualmente debido a la pandemia de covid-19. El Gobierno español está incurriendo con demasiada frecuencia en trasladar a la sociedad un erróneo clima de inseguridad con anuncios, rectificaciones, desmentidos y notas aclaratorias que terminan por provocar en la ciudadanía una desasosegante percepción de improvisación. Ha ocurrido de nuevo en los últimos días a cuenta de la apertura de fronteras terrestres con Francia y Portugal y también con la movilidad entre comunidades autónomas. En ambos casos hay de por medio intereses y motivos tanto familiares y sociales como económicos, y también de ocio, aunque en estas circunstancias sea el de menor importancia, que no convienen desdeñar. El propio presidente, Pedro Sánchez, y varios de sus ministros han trasladado ideas y fechas contrapuestas tanto para la apertura de fronteras como para la movilidad entre comunidades. Finalmente, el Gobierno parece haber optado por extremar la prudencia, de manera que la muga se abrirá el 1 de julio -al menos, es la fecha más “segura”-, mientras que los traslados a autonomías limítrofes -que en principio se apuntó que podrían producirse ya en la fase 3- no serán posibles, según aclaró ayer mismo el Ejecutivo, hasta que los respectivos territorios alcancen la nueva normalidad y abandonen el estado de alarma. Lo que, en el caso de la CAV y Nafarroa y sus comunidades vecinas de Cantabria y La Rioja, puede ser cuestión de días ya que la decisión queda ahora en manos de los presidentes autonómicos. Por otra parte, se antoja también necesario que el Gobierno español atienda las peticiones del lehendakari, Iñigo Urkullu, de permitir la movilidad dentro de la eurorregión (CAV, Nafarroa y Nueva Aquitania) por motivos familiares y sociales, a excepción del ocio. Se trata, como viene reclamando con insistencia Urkullu, de trasladar certezas y seguridad a la ciudadanía, de generar confianza sin olvidar la prudencia y la sensatez.