a crudeza de los datos que nos golpean a diario y que muestran la grave incidencia de la pandemia de coronavirus nos indica sin género de dudas que en las próximas jornadas nos enfrentamos a los días más duros y también más cruciales de la crisis sanitaria. Lo viene advirtiendo desde hace tiempo el lehendakari, Iñigo Urkullu, y lo ha recalcado también en los últimos días el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien advirtió el pasado sábado que los casos diagnosticados aumentarán durante la semana que hoy comienza. En efecto, las cifras de positivos y fallecimientos por coronavirus continúan su escalofrinte ascenso. En el Estado español, los contagios superan ya los 28.500 y hay 1.720 fallecidos. En Euskadi, ayer se registró la mayor cifra de positivos detectados en una sola jornada, con 372, con lo que el total de infectados supera ya los 2.000 y las víctimas mortales se acercan al centenar (97). Datos terribles, que obligan a extremar la alerta sanitaria. En línea con las medidas tomadas en Euskadi, donde Educación ya decretó la semana pasada la suspensión indefinida de las clases, Sánchez -que en esta ocasión tuvo al menos la deferencia de plantearlo en la videoconferencia que mantuvo con los presidentes de las comunidades autónomas previamente a hacerlo público- anunció ayer la intención del Gobierno de solicitar al Congreso la prórroga por otros quince días del estado de alarma. Ello supone un alargamiento de las medidas de restricción y confinamiento, una medida que no puede sorprender a nadie, dada la dimensión de la crisis y las perspectivas a corto plazo. En este contexto, solo cabe apelar, una vez más, a la concienciación y a la responsabilidad de toda la ciudadanía para el escrupuloso cumplimiento de las normas impuestas, dirigidas a frenar y contener lo contagios, que si mantienen la tendencia ascendente por tiempo prolongado pueden amenazar con colapsar los servicios sanitarios. Nos encontramos ante un momento realmente decisivo en la batalla contra el coronavirus, en la que afrontamos días duros en todos los órdenes. Por ello es imprescindible seguir las indicaciones referidas a la prevención, el cuidado propio y el de las personas de nuestro entorno, especialmente las más vulnerables, y la confianza en la capacidad de las personas y las instituciones de Euskadi para unir fuerzas frente a esta colosal amenaza.