La actualización y ampliación del autogobierno vasco cuarenta años después de la aprobación del Estatuto de Gernika es un anhelo y aspiración absolutamente mayoritarias de la ciudadanía de Euskadi y una reivindicación constante de las instituciones, partidos y organizaciones sociales. Es un asunto central y prioritario del debate político, porque afecta a todas las esferas de la vida de los vascos y constituye un pilar fundamental de la convivencia. Es innegable que tras cuatro décadas en vigor, el autogobierno vasco necesita nuevas herramientas, competencias, garantías políticas y jurídicas y nuevas adhesiones de sectores que se autoexcluyeron en 1979. De ahí que la Ponencia de Autogobierno del Parlamento Vasco lleve largo tiempo abordando la elaboración del nuevo estatus, que ahora está en la fase en la que un grupo de juristas está a punto de presentar un borrador de texto articulado que deberá tramitarse y, en su caso, aprobarse en el Parlamento Vasco. Con el plazo a punto de agotarse -el día 30 concluye la prórroga otorgada a los expertos-, ha tenido lugar en los últimos días un irresponsable ejercicio de filtraciones interesadas, parciales y manipuladas sobre el supuesto contenido del texto -que está aún sin cerrar- con el único objetivo de presionar, confundir a la opinión pública y obtener réditos políticos. Ya el pasado mes de junio, EH Bildu rompió el compromiso de confidencialidad sobre los trabajos que lleva a cabo el equipo de juristas y anunció que, ante la supuesta ruptura de las bases acordadas con el PNV que rebajarían el contenido de las mismas, presentaría su propio texto, aunque al final desistió a la espera de la propuesta final. Sin embargo, esta semana ha vuelto a las andadas dinamitando los consensos logrados y justificando con acusaciones gruesas su apuesta unilateral por un documento de parte. La razón es la misma: el presunto “cepillado” del acuerdo de bases que habría “descafeinado” el texto. EH Bildu ha violado la necesaria y exigible confidencialidad. También, por cierto, lo ha hecho el PP, con la misma intención, aunque sea en sentido contrario. Es obvia la incomodidad tanto de EH Bildu como de los populares con cualquier tipo de consenso y de acuerdo amplio, porque sus posiciones parten de la imposición. Es posible que ambos cometan la misma irresponsabilidad que hace 40 años: quedarse al margen, aunque para ello tensionen y arriesguen la convivencia.