l pasado miércoles, 18 de mayo, se celebró el Día Internacional de los Museos eligiéndose, para esta ocasión, como mensaje universal, El Poder de los Museos. Dicho mensaje ha pretendido animar a todos los museos y organizaciones culturales interrelacionadas, profundizar en su verdadero significado, respondiendo “al poder específico” de cada uno de ellos, atendiendo a su propia identidad y propósito, a su historia y prácticas diarias generadoras de impacto en sus comunidades próximas y/o de las que forman parte indisoluble, y sobre la medida en la que, de una forma directa o indirecta, contribuyen a construir un mundo mejor e influir en su capacidad e impacto transformador, trascendiendo de su propia entidad y país.

Dicha efeméride nos permite destacar, en nuestro país, el extraordinario estado de salud del mundo museístico propio. No solamente posibilita un recuerdo y visibilidad especial al centenar largo de una diversa presencia y oferta-valor del rico tejido museístico del que disfrutamos, de su patrimonio histórico-cultural, sus exposiciones, colecciones, capacidades y competencias gestoras, su entronque con las diferentes comunidades de las que forman parte singular y, por supuesto, de su elevada capacidad tractora de todo tipo de actividades e iniciativas, especializadas y con alto valor agregado en materia de educación y cohesión social, que, finalmente, contribuyen de manera diferenciada a configurar nuestra propia identidad, “nuestra cultura”, nuestras raíces y alas que, en definitiva, nos marcan y habrán de orientar, en gran medida, nuestro futuro colectivo e individual.

En esta ocasión, este anual reencuentro con el Poder de los Museos coincide con la celebración del 25 Aniversario de Guggenheim Bilbao Museoa. El brillo de nuestro querido museo, parte relevante de un extraordinario “sistema museístico vasco” comentado, comparte momentos de significativa consideración y esfuerzos transformadores, renovadores, impulsores de cambios favorecedores de este tipo de tejido de valor. Si destacan proyectos de revitalización, reforma, ampliación como el del Museo de Bellas Artes de Bilbao, el museo vasco (arqueología, etnografía...), Balenciaga, San Telmo, Chillida, Oteiza, Artium, Itxas-Maritimo, ... y todo un hervidero de iniciativas asociables en curso, no podemos sino felicitarnos del “poder de nuestra apuesta y realidad museística”, de su profunda fuerza tractora y transformadora, recordando la enorme aportación de otras múltiples iniciativas configuradoras de un mapa singular.

Estos elementos hoy, 25 años después de la llegada de nuestro buque insignia, que este año celebramos, tras estos propósitos (El mundo es un museo. Y el museo un mundo-Mundua museo bat da, de Kirmen Uribe en su obra conmemorativa junto con la Coral de Bilbao y la Euskadi Brass Band), en el trinomio Arte-Cultura-Economía son una realidad conceptual, demostrada y conductora de los verdaderos procesos transformadores e integradores de políticas y decisiones públicas, facilitando un inseparable acompañamiento privado, revitalizando todas y cada una de sus partes.

Cuando el esencial mundo de la educación focalizado en términos de futuro pone el acento en el STEAM (ciencias, tecnologías, ingenierías, matemáticas), incorpora como elemento esencial en su orientación, decisión y tiempos de uso y alcance, además de su control y valores irrenunciables para su correcto desarrollo en la A de arte, cultura y humanidades, claramente determinantes del camino a seguir y del modelo de sociedad al que aspiramos.

El carácter especial (coincidente) de este 25 Aniversario de Guggenheim Bilbao Museoa nos facilita la reflexión cara a afrontar el complejo futuro que nos reta y desafía. Si para muchos el reclamo e interés pasa por la evaluación del impacto económico generado por este excelente y siempre vanguardista motor de transformación y avance es el punto básico destacable (6.500 millones de euros de gasto directo generado, 5.800 millones de aportación adicional al PIB vasco, 5.480 empleos creados/mantenidos, 510 millones de “ingreso adicional para las haciendas forales”, 24 millones de visitantes de los que un 62% lo han sido de fuera del Estado...), o su efecto “rehabilitador” con acompañamiento a la estrategia transformadora de nuestro territorio y ciudades en Euskadi, o ejemplo digno de estudio y aprendizaje para cientos de ciudades y museos a lo largo del mundo, sus “aportaciones intangibles” y el “propio valor museístico-cultural-educativo” sobresalen por su “poder diferencial”. De este recorrido hemos aprendido mucho. Pero más importante aún es la fortaleza desde la que poder continuar construyendo un futuro mejor, deseado.

El desafío mundial de este trinomio Arte-Cultura-Economía exige multiobjetivos en términos de identidad, valores, prosperidad y desarrollo inclusivo. Todo un mundo de innovación tanto en los apartados de protección y promoción del patrimonio o (historia/comunidad) costumbres, arte, monumentos, valores, lenguas; educar, cultivar, formar en humanidades (integración de disciplinas llamadas humanistas e incorporarlas a las temidas como no humanistas y tan solo científico-economicistas); velar por la salud de las industrias y contenidos culturales (pensamiento creativo, digitalización de la cultura, contenidos, promoción de su empleabilidad); facilitar la inclusividad en las ciudades...

Todo un nuevo rol esperable de los museos, el arte y la cultura para un próximo futuro. Un exigente reto para sus principales actores, los gobiernos, el sector público interrelacionado, las nuevas artes de una innovadora diplomacia museística y un creciente esfuerzo global, en un irremplazable mundo de redes. Necesitados de promover, cuidar, incentivar, animar a los diferentes actores y agentes que lo hacen y harán posible.

Sí. En Euskadi, la invitación mundial a reflexionar sobre el poder de nuestros museos nos coge preparados. Una extraordinaria base para aportar valor a una deseada transformación o transición hacia un mundo mejor. Excelencia, vanguardia, creatividad, tracción dinamizadora, interacción con todo tipo de agentes a lo largo del mundo son ya señas de identidad de nuestro microcosmos museístico.

Un tejido lleno de oportunidades, ampliamente interconectado entre sí y con el mundo. Contribuyendo y coprotagonista de las futuras dinámicas sociales que ese mundo futuro, también el de la empleabilidad y la generación de riqueza y bienestar exigen. l