erder el contacto. Decimos que hemos perdido un contacto cuando no encontramos en nuestro móvil ese número que sabemos seguro que un día guardamos allí. Pedimos entonces a alguien que, por favor, nos vuelva a pasar el contacto: "Perdona, lo tenía, pero no sé qué ha pasado." A veces nos preguntamos cómo es posible que se haya evaporado ese número de nuestro móvil, pero ocurre. También ocurre con el contacto real que tenemos con las personas. A veces perdemos el contacto con alguien, aunque conservemos su número de teléfono. A veces, sin darnos cuenta, la distancia entre dos personas se convierte en insalvable. Hay un momento en que ya no es posible mandarle un mensaje preguntando cómo está, en unos casos porque nos da vergüenza pensar en el tiempo en el que no hemos hecho caso a esa persona, y en otros casos porque nos duele demasiado que esa persona no nos haya contactado en todo ese tiempo. A veces ocurre que el contacto se retoma, tímidamente, pero siempre lo hace en un estadio diferente, porque el tiempo transcurrido ha convertido en islas lo que antes era parte de un mismo continente. Y en ese caso quien te llama o quien te escribe ya no te pregunta ¿Cómo estás?; ahora contesta a tus mensajes con un "Espero que estés bien" que no da mucho margen para seguir conversando. Porque como canta Quique González "Espero que estés bien suena a ya me he olvidado de ti". También hay otras frases que utilizamos con esas personas que no vemos hace mucho tiempo. Nos encontramos en la calle y nos preguntamos cómo es posible que haya pasado tanto tiempo y terminamos la conversación con un "Si eso nos vemos", o un "A ver si nos vemos", que no concreta nada, que no compromete a nada... Que acaba en nada concreto. Perder los contactos. Quizá la vida sea en buena parte aprender a perder contactos. O no. Quizá sea una prueba para ver si somos capaces de superar la pereza, el orgullo, la timidez que nos impiden mantenernos firmes en la defensa de esa relación que creemos merece la pena.