staba a lo mío y, cómo no, apareció ama que parece que se aburre por donde esté. Me pilla enfrascado con un artículo de D. Iglesias, fundador de Podemos, y se lo resumo contándole que, aparte de hacer publicidad de su programa de tele, critica a un periodista por mentir. ¿Y eso?, me pregunta. Resulta que D. Pablo explica que el televisivo periodista, tras exponer el conflicto ucraniano entre Rusia y USA desde la subjetividad contra Putin y favorable a los americanos, trascendió hacia la mentira al contar que Rusia se había exhibido militarmente en Ucrania, lo que tacha de flagrante trola. El autor concluye que subjetividades y visiones no neutrales las que cada uno quiera, pero mentir no, que por ahí no pasa.

Ama me dice que le parece bien pero que Ucrania le pilla lejos, y me pregunta que cómo andan las cosas por Euskadi, país que le cae más a mano. Le explico un poco los temas, paramos en el asunto covid y le cuento que ha habido manifestaciones de antivacunas y de quienes piden reforzar la atención primaria. Ella dice que a los primeros no apoyaría pero a los segundos sí, aunque remacha que a ella siempre le atendieron de lujo. Entonces le cuento que las gentes de Podemos están recabando firmas para restituir, según ellos, las 4.000 plazas que se han eliminado en atención primaria los últimos meses, lo que también ha publicado como verdad el diario en el que escribe el articulista. Me pregunta si es así y le digo que, por los números que tengo de fuente totalmente fiable, para nada, que si bien en octubre, al decaer la pandemia, se acabaron algunos contratos, en diciembre se han hecho la mayor cantidad de contratos de la historia de Osakidetza, incluso a sanitarios ya jubilados.

Se pone seria y exclama que, como defiende D. Pablo Iglesias, criticar la gestión de la sanidad y de la atención primaria, todo lo que quieran, pero mentir, que por ahí no pasa.