lega la Navidad... ¡Pónganse a cubierto! ¿Somos las únicas que tienen que atrincherarse para que a sus hijas no les arrollen por estas fechas con varias toneladas de juguetes y regalos? Decidme que no, por favor... Navidad, paz y amor... ¡Y un cuerno! Navidad y Playmobil, Navidad y Superthings, Navidad y Pin y Pon... Que prevalezca el sentido común sobre satisfacer los volubles deseos infantiles y los (aún peores) ansiosos deseos de las adultas de regalar a troche y moche es, opino, imposible. ¿Cómo decirle que no a tu hija, que quiere un parque de bomberos de plasticazo puro en vez del de madera tan mono que tú tenías visto desde hace tiempo? ¿Cómo decirle que no a su hermana, que desea veinte millones de mini muñecos que atascan el aspirador a diario, en vez de esos robotitos de madera tan preciosos que además trabajarían su motricidad fina? ¿Cómo hacer oídos sordos a esas reflexiones del tipo... Hombre, no les regalarás sólo ropa ¿No? Vaya sosada...? A ver, que yo lo entiendo. Recuerdo perfectamente mi deseo de poseer esa Barbie tan chula (socorro) y comprendo el intento de algunas adultas de curar sus frustraciones por aquel regalo que nunca tuvieron. Pero ¿dónde quedan nuestros intentos de mantener la calma y la coherencia? Nos esperan días difíciles, teniendo en cuenta, además, que nuestras criaturas tuvieron a bien venir al mundo un 30 de diciembre. Sí, amigas: estamos perdidas. De momento, hemos escondido los folletos de juguetes, hemos propuesto a la familia algunas opciones que creemos apropiadas y hemos cruzado los dedos para que el cerebro de nuestras hijas no estalle después de abrir tanto paquete. También deseamos, fervientemente, que continúen muy interesadas en pintar y en llenarnos la casa de cello. Si ya lo decías tú abuelo, que las adultas no nos enteramos de nada y a las txikis lo que más les gusta no es el juguete sino su caja...