arbados no es el país más extenso del mundo. De hecho, la isla antillana es 24 veces menor que Navarra y solo cuenta con 430 kilómetros cuadrados de extensión para sus 280.000 habitantes. De su primitiva población de indios arawaks y caribes se encargaron los civilizadores españoles. Para mediados del siglo XVI ya no quedaba ninguno. Luego llegaron los no menos civilizados británicos, que repoblaron la isla con esclavos africanos. La mayoría de su actual población es descendiente de esa mano de obra forzosa. En 1966 consiguieron la independencia del Reino Unido y ser miembros de pleno derecho de la ONU, aunque dentro de la Commonwealth, la Comunidad Británica de Naciones. Su forma de gobierno era, pues, la monarquía parlamentaria, con la reina Isabel II de jefa de Estado y un/a gobernador/a general como su representante en la isla. No sé qué les ha pasado durante estos 55 años, si les ha ido bien o mal, pero parece que las cuentas no les salían del todo cuando la semana pasada Barbados dejaba la monarquía para convertirse en una república. Para ello, no les hizo falta mandar un comando a Londres y atentar contra la reina. Bastó con una votación parlamentaria y una -supongo- comunicación a la capital del antiguo imperio. El pasado 30 de noviembre lo celebraron por todo lo alto en un acto en la que brilló la barbadense “más universal”, la cantante y empresaria Rihanna. El otro invitado especialísimo fue el príncipe de Gales, Charles of England, quien leyó un discurso donde no se le olvidó pedir perdón por los tiempos de la esclavitud, escuchó imperturbable cómo se interpretaba por última vez el God save the queen en la antigua colonia y bromeó con la presidenta de la recién estrenada república. Luego se volvió a Buckingham Palace y aquí paz y después gloria. Las crónicas dicen que la juerga duró un par de días más en la paradisíaca isla. Yo de mayor quiero ser de Barbados.