i el otro día a la Ministra de Educación, Pilar Alegría, mostrar su ídem al anunciar que el año que viene el Gobierno invertirá una porrada de millones en crear plazas de 0 a 3 años "públicas y gratuitas que permitirán mejorar la educación y atender a la conciliación familiar", dijo. Supongo que, una de dos, o Pilar está convencida de que meter a tu bebé de meses en una guardería es lo mejor para él o sabe que invertir un montón de pasta en crear más aulas para dejar en ellas a criaturas cada vez más pequeñas es más fácil que coger el toro por los cuernos y enfrentarse al mundo laboral, tal y como lo tenemos planteado hoy día. Dejadme que os cuente un secreto: la conciliación no existe. Es una mentira para llenar titulares que nos han vendido envuelta en papel de regalo y que, en realidad, es imposible de llevar a cabo. Pero lo peor, lo más gordo es que nos la hemos creído. Creemos que conciliar es dejar a tu criatura de meses en un lugar donde la cuiden otras personas mientras trabajas. Creemos que conciliar es aumentar el permiso de paternidad a 16 semanas para igualarlo al de las madres que han parido y que tienen que incorporarse al trabajo dejando a un bebé que ni siquiera puede sentarse todavía, mientras se sacan la leche en el baño. Creemos que conciliar es dejar a la peque en la ikastola el máximo de horas posible y después apuntarla a extraescolares porque los dos trabajamos con horario partido desde las nueve hasta las ocho y media. Creemos que conciliar es que nos dejen reducir nuestra jornada laboral presencial para llevarnos después el curro a casa. Creemos que conciliar es anteponer nuestro trabajo a la persona que hemos traído al mundo. Y tememos que hacerlo al revés te convierta, sólo por tener hijas, en alguien no válido para nuestro gran y tan importantísimo sistema productivo. Como si luego éste fuera a darte las gracias.