n mi cuadrilla había quienes preferían ir al Golden de Zumarraga, mientras otros eran más del Otamendi de Arrasate. Yo, en mi descriterio, me apuntaba a cualquier cosa, salvo en lo único que me importaba, los gin-tonics, y en ambos lugares eran indistinguiblemente malísimos. En cualquier caso, esas discrepancias de cuadrilla no quebraban nuestro recorrido común de amistad que hoy sigue.

Ahora resulta que bodegueros alaveses junto a Gobierno Vasco y Diputación de Araba están trabajando para que Rioja Alavesa pueda gestionar su camino sin dejar de pertenecer a la denominación Rioja, y se ha montado la de Dios es Cristo entre la derechona y la presidenta de una Rioja que parece no tener otra economía que la del vino.

Se ha generado un debate estupefaciente y tóxico donde sólo hay deseo de organizarse en Rioja Alavesa de un modo particular, con ganas de hacer algo diferente, sin romper Rioja, la denominación que cubre a todos. Y es que a nadie se le escapa que en Rioja Alta y Baja están trabajando para que cada vez haya más superficie y más vino en orientación hacia la cantidad, mientras que Rioja Alavesa viene desde tiempo trabajando para mejorar la calidad. Cada cual con su idea, porque todo es posible dentro de la zona, pero sin que la mayoría que ostentan allende Araba imponga a los alaveses un modo de hacer que no comparten. Más cuando el modelo propuesto de poder gestionar algunos aspectos de la denominación, cada uno a su mejor modo de entender sin romper el nombre común, es algo que ya se hace en lugares como la emblemática Burdeos.

Nadie en mi cuadrilla se dedicaba a imponer el lugar al que había que ir, cada uno anhelaba un modo de pasar el sábado y la cuadrilla seguía su camino unida. Y es que en la vida casi todo transcurre a través de diferentes maneras de ver los asuntos, lo que no impide sumarlas para convivir y confluir voluntades.