o nos quejemos tanto por el precio del kilovatio apoquinado para mantener calientes e iluminados nuestros hogares: es el chocolate del loro comparándolo con el coste del kilovatio que alimenta a los festivales de la luz. En 2019, el Umbra Ligh Festival nos costó a los contribuyentes locales 300.000 mil euros. Es decir, los 80.000 espectadores que disfrutaron hace dos años de las proyecciones lumínicas gozaron también de una entrada gratuita de casi cuatro euros sufragados a escote por el conjunto de la provincia.

Los festivales de luz están de moda. No hay ciudad que se precie que no encargue uno, pues tiene "su aquel" ver en fechas navideñas nuestras ciudades iluminadas cual escaparates. Atractivo similar a la belleza hipnótica que producen los fuegos artificiales. Aunque estos, y no aquellos, dejan patente el dominio del ser humano sobre el ancestral fuego, de ahí su potencia. Pero claro, la XVII Muestra Internacional de Espectáculos Pirotécnicos de Gasteiz que se celebró en 2019 costó al contribuyente 68.000 euros, lejos de los 300.000 del Umbra.

Hay que precisar que el capital preciso para costear este festival no sale de departamento de Cultura alguno, pues estos no tienen esa talegada. Recordemos que toda la ejecución del plan estratégico de Cultura de nuestra Diputación en 2019 (es decir: todas las actuaciones pensadas para reactivar el sector cultural alavés) tuvo un coste de 200.000 euros. Se invirtió, por lo tanto, ese año un 66 por ciento más en poner en marcha tres días de juegos de luces que en todo el plan anual de nuestra Diputación enfocado, supuestamente, a "iluminar" el hondo túnel en el que se encuentra la cultura local. El dinero salió, en su mayoría, del departamento de Empleo, Comercio y Turismo. Las razones que se esgrimen para justificar semejante gasto son meramente económicas: el festival atraerá turistas que dejarán dinero en el centro de nuestra ciudad. Aunque quizá los turistas prefieran irse a festivales de la luz más potentes pues actualmente se celebran en Europa un total de 48 anuales.

Asistimos a una vuelta de tuerca más de este tipo de políticas basadas en programar actividades como si las ciudades fueran canales televisivos a la caza de televidentes: se ofrece una tupida carta anual de festivales dirigida a los consumidores foráneos. Detrás, están las empresas que buscan rentabilidad económica no ya con la venta de entradas de sus espectáculos, sino ofreciéndolos a diversas ciudades que compiten entre sí por conseguir mejor programación que las urbes vecinas.

Leíamos que algunos de los creadores lumínicos habían sido seleccionados previo concurso. Leíamos también que los tres afortunados van a percibir cada uno de ellos 1.500 euros en concepto de honorarios por el diseño, seguimiento de realización de la pieza y presentación de la misma en Umbra Light Festival Vitoria-Gasteiz 2021. Esperemos que los otros 17 creadores participantes salgan mejor pagados pues hasta 300.000 euros hay mucho margen.