ace meses, si alguien pronunciaba la palabra colada, nos venía a la mente la imagen de una lavadora o un tendedero de ropa. Hoy, oír la palabra colada nos lleva a visualizar un volcán. Y luego dirán que las palabras siempre significan lo mismo. A veces pensamos que el significado de una palabra es inamovible, fijo, eterno como un megalito milenario. Pero al igual que no es estable la tierra que pisamos, y que todo cambia constantemente, incluidas las personas, las palabras también significan distintas cosas en función de su contexto temporal y espacial. Por eso, cuando analizamos (por no decir juzgamos) las palabras de otra persona, no podemos olvidar que lo que quizás esas palabras significan para ella pueda ser distinto de lo que significa para nosotras. A la hora de valorarlas, por tanto, es importante fijarse en el momento vital que atraviesa la persona que las dice, cuál es el tiempo y el lugar en que las pronuncia... De no ser así, donde yo entiendo lavadora, tú puedes entender volcán. Y aunque los dos tienen un gran orificio por el que sacan cosas, la ropa y la lava no tienen nada que ver (aunque quien haya visto el meme del arzobispo de Valencia entrando en erupción pueda pensar lo contrario). Así que a veces en lugar de culpar a otras personas de practicar el por otro lado tan extendido "donde dije digo, digo Diego", hay que saber analizar sus palabras en su contexto. Quizás no entendimos exactamente lo que nos quiso decir, quizás entendimos solo lo que nos convenía. Porque eso es también muy común, esa otra "colada", que consiste en colar las frases y quedarnos solo con lo que queremos escuchar. Nuestros oídos son, en muchos casos, unos grandes coladores de palabras y significados que no nos gustan o que nos duelen. También es una forma de autoprotección, una forma de que la lava de las palabras dolorosas no nos abrase. O, por decirlo de otra manera, una forma de limpiar las frases, quitarles las manchas que no nos gustan, como si nuestra mente fuese una lavadora.